Continuamos con la adaptación de los escenarios de la novela Un viaje Prodigioso. En este caso hablaré de la piel, órgano muy importante ya que es donde se desarrolla gran parte de la acción. Para las bacterias es su hogar, un lugar árido y peligroso en el que tienen que convivir con más clanes rivales mientras esperan un milagro que les permita cruzar a la «tierra prometida». Para las células del cuerpo es la última frontera antes del «otro lado», una tierra hostil de la que nadie ha vuelto con vida.
Como podéis observar, la piel está formada por tres capas. La más profunda es la hipodermis, la media la dermis y la más superficial la epidermis. No voy a comentar la estructura de cada una de ellas porque no es el objetivo del blog. Simplemente hablaré de la epidermis y de las ondulaciones de la dermis porque son las que más detalladamente se citan en la novela.
El muro epidérmico
Antes de empezar, quiero aclarar que no os debéis imaginar el cuerpo de forma literal. Ion recrea su cuerpo como un mundo imaginario similar a cualquier otro que podáis evocar. De esta forma, la piel sería la tierra que «pisan» las bacterias, pero el «interior» no está debajo, sino que está al otro lado de un muro inexpugnable. Y esa barrera, esa muralla, es la epidermis formada por bloques de queratina.
La queratina es un material duro y resistente que forma la piel, las uñas y el pelo. Es elaborada por los queratinocitos, las células más abundantes de la piel. Durante su vida, estas células, van emigrando desde la zona más profunda de la epidermis hasta llegar a la más superficial donde mueren formando lo que se conoce como estrato córneo. Es aquí donde adquirieren ese aspecto amurallado que me sirvió de inspiración. Cuando nos secamos ó nos rascamos, cientos de estas escamas se desprenden, siendo reemplazadas por otras nuevas al instante. Este proceso del que apenas somos conscientes, evita que las bacterias crucen la barrera (está reflejado en la novela) y sirve para renovar la piel.
Las colinas dérmicas
En cuanto atravesamos al otro lado del muro, nos encontramos con las ondulaciones que forma la parte superior de la dermis. La toscana italiana, zona que visité en mi viaje de novios, con sus suaves e interminables colinas tapizadas de viñedos, me sirvieron como inspiración para recrear el paisaje. Las vides, además, me permitieron introducir la melanina, sustancia que nos protege de los rayos ultravioleta del sol a la vez que nos da ese tono bronceado en verano. Así en la novela, las ondulaciones están sembradas de campos de melanina, una especia (sí como en DUNE) que da el color oscura al terreno y sirve para teñir los tejados de las casitas que salpican el paisaje «como pequeñas islas en un mar de azabache». Los habitantes de estas masías o caseríos toman el nombre de la especia (melanocitos). Como es esperable, son de tez morena y se encargan de la siembra, cuidado y recogida del preciado fruto.
El bosque de pilus
Ya lo dice el refrán: «el hombre como el oso, cuanto más velludo, más hermoso». A la hora de recrear el vello, me «puse en la piel» de los habitantes microscópicos y me imaginé el aspecto que podría tener una estructura de ese tamaño para ellos. Siguiendo con analogías de nuestro entorno, vendrían a ser como las secuoyas para nosotros. Así que, en la novela, el vello forma un tupido bosque de gruesos troncos tan altos que se pierden a la vista. Discurre de forma paralela a ambos lados de la muralla de forma similar a la imagen de la Gran Muralla China que veis aquí. En el libro es un lugar rico en recursos debido a las sales minerales desprendidas del sudor, pero peligroso ya que habitan varios clanes bacterianos poco amistosos.
Y hasta aquí esta segunda entrada. Próximamente seguiré contando más curiosidades acerca de Un Viaje Prodigioso. No olvidéis dejar vuestra opinión, comentarios o dudas que os vayan surgiendo a la hora de leer la novela.