Hola de nuevo. Después de unas semanas de ausencia, vuelvo a hacer una entrada para hablar en esta ocasión de uno de los principales protagonistas de «Un viaje prodigioso». Y es que, a raíz de toda la controversia con las vacunas contra el COVID, creo que puede ser interesante comentar algunas cosillas de nuestras huestes. En la guía didáctica tenéis una descripción de ellos, pero voy a comentarlos brevemente para más adelante intentar introducir el tema de las vacunas.
Como todo ejército que conozcamos, el sistema inmune tiene un cometido fundamental… la defensa de nuestro cuerpo frente a cualquier amenaza ya sea externa (infecciones) o interna (células cancerígenas). El problema es que, como nos ha enseñado la historia, los ejércitos (generalmente mal dirigidos) también cometen errores y provocan daños a poblaciones civiles. En nuestro cuerpo puede suceder lo mismo, y entonces hablamos de enfermedades autoinmunes. Vamos a hablar de cada una de las unidades que integran el sistema inmune valiéndonos de la novela y en sucesivas entradas intentaré explicar su funcionamiento.
La infantería
Nuestra primera línea de defensa celular (hay otra no celular formada por la piel y las secreciones del árbol bronquial y el estómago). Los primeros en llegar al lugar de la amenaza sin importarles la clase ni el tamaño (infección bacteriana, herida, introducción de algún alérgeno, infección vírica… etc).
Está formada por cuatro tipos celulares: Monocitos – macrófagos, neutrófilos, basófilos y eosinófilos. Todos ellos nacen y maduran en la médula ósea y «luchan» de la misma forma; mediante la fagocitosis (de ahí que también se les conozca como fagocitos). La fagocitosis es sencillamente envolver una presa y «comérsela» para disolverla después en unos orgánulos que tienen para tal efecto.
Vamos a hablar un poquito de cada uno de los tipos.
Monocitos – Macrófagos
Son nuestros soldados de los tejidos (pulmones, piel, intestino… etc). Mientras maduran en el hueso (médula ósea) se conocen como monocitos, pero después pasan a la sangre donde permanecen muy poco tiempo hasta que llegan a su destino donde se conocen como macrófagos. En «Un Viaje Prodigioso» son protagonistas principales de la novela, y asistimos a su entrenamiento como si fueran gladiadores, hasta convertirse en letales máquinas de matar. Primero se ejercitan luchando entre ellos, y por último deben enfrentarse a sus enemigos en la arena en un combate a vida o muerte.
Neutrófilos
Son los soldados especializados en defendernos de las bacterias. A diferencia de los macrófagos, no se encuentran en los tejidos, sino que circulan continuamente por la sangre. Cuando hay una infección bacteriana, se dirigen hacia el sitio siguiendo unas «señales» (como las almenaras en El señor de los Anillos) llamadas citocinas que lanzan las células dañadas y los macrófagos. Su nombre es debido a que adquieren un color neutro con una tinción especial para verlos al microscopio. En la novela no tienen el protagonismo de sus primos, pero son los encargados de acompañar y escoltar a las caravanas de eritrocitos.
Eosinófilos
Especialistas en la defensa frente a parásitos (tenias, lombrices, cisticercosis…) y ciertos alérgenos. El nombre se debe a que toman un color rojizo con la tinción de eosina para verlos al microscopio. En el libro apenas se les menciona cuando desfilan junto a todos los soldados en la médula ósea antes de dirigirse a su destino.
Basófilos
Se ocupan de la defensa frente a alérgenos. Se llaman así porque toman un color azulado en la misma tinción mencionada. Tampoco aparecen en el libro salvo en el mismo desfile.
Los generales y las tropas especiales
Cuando la infantería se ve superada, es hora de pedir refuerzos. Estos no son otros que los linfocitos. Los más importantes, por ahora, y en los que me voy a centrar, son los linfocitos B y T. Al igual que el resto de glóbulos blancos, nacen en la médula ósea, pero maduran (o se entrenan) en lugares diferentes (los B en los ganglios linfáticos y los T en el timo).
A parte de su tamaño, algo más pequeño, la diferencia fundamental con los fagocitos, y una característica indispensable de nuestro sistema inmune, es que son altamente específicos. ¿Qué quiere decir? Que sólo se activarán aquellos que reconozcan al enemigo causante de la amenaza. Ya he mencionado que a los fagocitos les da igual a quien deban enfrentarse, a los linfocitos no. En caso de que el virus de la gripe infecte nuestras vías respiratorias, no se activarán los linfocitos encargados de defendernos frente al virus respiratorio, ó, si la piel está infestada de estreptococos, sólo acudirán los linfocitos que se hayan «especializado» en defendernos de ellos. Esta característica y la capacidad de guardar memoria, son fundamentales para elaborar las vacunas. Cuando nuestros linfocitos se enfrentan a un enemigo, una pequeña proporción de ellos permanecen con vida a la espera de volver a cruzarse de nuevo con el mismo rival, de tal forma que la respuesta inmune en esa segunda ocasión en más eficaz.
Ahora vamos a hablar un poquito de cada uno de ellos
Linfocitos B
Los linfocitos B son los encargados de fabricar los anticuerpos frente a nuestros enemigos. Los anticuerpos son una clase de moléculas cuya función fundamental es rodear al enemigo y permitir así a los fagocitos su ingesta y posterior digestión. Para ello antes han debido pasar un par de pruebas en su fase de maduración o entrenamiento.
La primera de ellas es que sean capaces de reconocer a nuestros enemigos (concretamente una porción de ellos llamada antígeno) y fabricar anticuerpos que funcionen. ¿Y quién les «presenta» a sus enemigos para que los reconozcan? Pues las células presentadoras de antígenos (pueden ser los propios macrófagos o unas células especializadas llamadas células dendríticas).
La segunda y, casi más importante como la primera, es que NO reconozcan a las células amigas como enemigas. Esta es la base de la autoinmunidad de la que hablaré más adelante.
En «Un Viaje Prodigioso» los represento como arqueros y los anticuerpos son sus flechas. Reconocen a sus rivales (estreptococos en este caso) gracias a las células dendríticas, unos seres con varios brazos, encargadas de rastrear las huellas que dejan las bacterias para presentárselas luego. Las pruebas de maduración de los linfocitos se desarrollan en un laberinto (sí como en Harry Potter) donde deben poner a prueba sus aptitudes con alguna sorpresa desagradable.
Linfocitos T
Dentro de los T, dos son también las clases fundamentales. Los CD 4 o T Helper y los CD 8 o T Citotóxicos. (las siglas CD son un marcador de superficie, como una señal en sus membranas que ayuda a reconocerlos). Al igual que los linfocitos B tienen que superar ambas pruebas para ser operativos, aunque, a diferencia de ellos, no producen anticuerpos. Vamos a ver qué hacen entonces
CD4 o T Helper (Helper en inglés significa colaborador)
Son nuestros generales. Los directores de orquesta. Ellos son los encargados de «activar» a los linfocitos B, a los CD 8 y estimular a los fagocitos mediante las llamadas citocinas. De ellos depende en gran parte que la respuesta inmune sea eficaz y controle la invasión. Al igual que los B son altamente específicos y guardan memoria.
CD 8 o T citotóxicos.
Son los asesinos. Se encargan de matar las células infectadas por virus, bacterias y demás amenazas siguiendo las órdenes de los Helper.
En esta primera parte de la trilogía de la Guerra Microscópica no aparecen ninguno de ellos, pero en la segunda y tercera jugarán un papel importante, sobre todo los Helper o cooperadores.
Estos son los componentes de nuestro ejército y una parte importante de los protagonistas de la trilogía Guerra Microscópica. Más adelante explicaré su relación con las vacunas y los efectos indeseables de algunas de ellas. Como siempre, espero que os haya gustado y entendáis un poquito más el fascinante mundo que se describe en Un Viaje Prodigioso. Ya sabéis que podéis comentar cualquier duda acerca de la novela o de los apuntes que dejo en el blog. Hasta la próxima