Esta semana voy a hacer un paréntesis al hablar de la adaptación de los diferentes órganos y sistemas del cuerpo a objetos y lugares conocidos. En vez de ello, voy a empezar a comentar las influencias del cine en la novela. Quienes la hayáis leído ya sabréis que Julio, el tío de Ion, usa muchas analogías para explicar el funcionamiento del sistema inmune. La mayoría de ellas provienen del cine, quizás porque una imagen muchas veces vale más de mil palabras.
El cine bélico.
Es quizás la primera referencia cuando nos adentramos en los barracones leucocitarios donde se despiertan los macrófagos. Quien más quien menos podrá evocar escenas de «La Chaqueta Metálica», la excelente película del maestro Stanley Kubrick o «El Sargento de Hierro», film que tiene el «honor» de estar entre las película con más tacos (palabras malsonantes, no la comida) de la historia del cine. He comentado estas dos porque son de las más conocidas, pero la verdad es que cualquiera en la que haya un duro entrenamiento de cadetes puede servir de ejemplo. Todas tienen muchos elementos en común.
Para empezar, necesitamos un instructor rudo, estricto y mal encarado; vamos, lo que viene siendo un gran macho de la cabra: desde Robert de Niro en «Hombres de Honor» hasta Louis Gosset Jr. en el pastelón de «Oficial y Caballero», al final se les coge cariño. En la novela no podía faltar este personaje, veterano de guerra y mutilado como Michael Ironside en la bochornosa (en referencia a su calidad) «Starship Troopers» encargado de hacer la vida imposible a los nuevos reclutas.
Tampoco podemos olvidar las maratonianas marchas mientras entonan canciones con rimas de más o menos mal gusto al son que marca el instructor. En el libro también hay referencia a este denominador común, aunque en este caso en vez de las tonadillas, me sirve de excusa para explicar la organización del campo de entrenamiento y del ejército macrofágico.
Otra figura recurrente en este tipo de películas, es la del soldado «torpe» (Vincent D’Onofrio está sencillamente magistral como soldado patoso en la ya mencionada «La Chaqueta Metálica»). Generalmente son objeto de inocentadas o severas reprimendas para ver si mejoran sus aptitudes. En Un Viaje Prodigioso no hay una figura así como tal, aunque sí existe un macrófago algo menos beligerante, quien tiene algún que otro encontronazo con nuestro siguiente protagonista.
Y por último, la antítesis de este último. El macho alfa, el líder del escuadrón (Casper Van Diem en «Starship Troopers» ó Arnold Schwarzenegger en «Predator»). Valiente, audaz, incluso arrogante y brabucón… son adjetivos que muchas veces definen a este tipo de personajes. En el libro, LeumAndi es el representante de este papel, tanto por su aspecto como por todos las virtudes mencionadas. Siempre dispuesto al combate, es feliz en medio de una gran batalla.
Una de romanos.
En la novela, el ejército macrofágico está distribuido en legiones con nombres en latín indicando la ubicación ( I Dérmica Macrofágica) al igual que las legiones romanas. Incluso llegué a usar los nombres que daban a los oficiales romanos en las legiones, (optio, primus ordini, prior, princeps…) pero lo sustituí por los conocidos (sargento, teniente, capitán…) por no hacer la novela todavía más compleja. Me decanté por el ejército romano porque, en mi opinión, es uno de los más eficaces y bien organizados de la historia y se adaptaba perfectamente a lo que buscaba.
Una vez elegido el modelo, necesitaba ejemplos gráficos que me ayudaran. Y volvemos al cine. Películas como «Gladiator» ó series de televisión como «Spartacus: sangre y arena» (luego hubo una precuela «Spartacus: dioses de la arena») me sirvieron a este propósito. De esta última, por ejemplo, saqué la idea del proceso de entrenamiento. Los macrófagos, en la novela, adquieren sus habilidades al igual que los gladiadores en un ludus: primero con espadas romas contra postes de madera (en la novela colágeno), luego peleando entre ellos, y por último en la arena final frente a un enemigo real.
En la vida real, nuestros soldados durante su maduración para formar parte del ejército, van adquiriendo sus armas para enfrentarse a la amenazas. Algunas son receptores que les ayudan a reconocer a los enemigos, otras son sustancias químicas (en la novela los materiales de las hachas y espadas) que guardan en unos orgánulos dentro de ellos. Cuando encuentran a una bacteria, la fagocitan (se la comen) y la digieren dentro de esos orgánulos mediante reacciones químicas. Este proceso lo encontraba poco «novelesco» así que preferí usar uno más atractivo y entendible. El combate antiguo (espadas, hachas, lanzas…etc) siempre me ha parecido más seductor que el uso de la pólvora (pistolas, ametralladoras, fusiles…) y que incluso los láser de la ciencia ficción (aunque también haya usado referencias de estos en el libro).
Y hasta aquí esta primera aproximación a la influencia del cine en la novela. Espero que os haya gustado y ya sabéis que si lo deseáis podéis hacer comentarios (dudas, impresiones de la novela… lo que se os ocurra).