Cuando comencé a escribir «Guerra Microscópica» tenía la intención de que fuera una novela que, además de entretener, tuviera un fin didáctico. Con ese objetivo en mi mente creé dos historias paralelas: una humana y otra celular que transcurre dentro del cuerpo de Ion, el adolescente con quien emprenderemos ese viaje prodigioso hacia el fascinante mundo de nuestro organismo. La idea de este blog es manteneros al tanto de las novedades que vayan surgiendo y haceros partícipes del proceso de creación de la novela.
El germen: Erase Una Vez la Vida
Así es, la serie de dibujos animados de finales de los años 80 es, en parte, la culpable de que sea médico y la semilla de todo. Recuerdo que las tardes de mi infancia, después del colegio, me sentaba como un clavo en el sofá para recorrer el cuerpo humano de la mano de los glóbulos rojos. Aprendí que esas pequeñas células carmesí transportaban el oxígeno y el dióxido de carbono (siempre más pesado) al resto de habitantes. Que el azúcar de la comida alimentaba las bacterias de los dientes causantes de las caries, sobre todo si no los cepillábamos bien después de cada ingesta. Que el cerebro era el centro de mando de todo el organismo, y que había veces que las propias células encargadas de defendernos se podían revelar y enfermarnos (luego descubrí que esa enfermedad era la leucemia).
Incluso ahora, cuando la veo con mis hijos, me sigue pareciendo fantástica por lo bien que explica el funcionamiento del cuerpo humano.
Así que mi intención era hacer algo similar pero enfocado a un público más adulto y con un poco más de detalle. Y el primer paso fue crear un mundo interno fácilmente entendible para todos los lectores
La Adaptación
En realidad, y para ser sinceros, no tenía que crear ningún nuevo mundo. No debía ser Tolkien y desarrollar una Tierra Media llena de lugares mágicos, ni George R.R. Martin con sus siete reinos y enfrentarlos entre sí o contra seres mitológicos con ayuda de dragones. El mundo ya estaba fabricado, simplemente debía adaptarlo. ¿Fácil? Vamos a ver algunos ejemplos y así lo juzgáis.
Por supuesto hay órganos que son fácilmente «adaptables». Los pulmones, por poner un ejemplo, encargados de intercambiar el oxígeno y el dióxido de carbono, los gases que respiramos. En la tierra hay unos seres que también hacen una función similar, incluso los componentes de los pulmones llevan su nombre, ¿lo habéis adivinado ya? En efecto, los árboles bronquiales.
Pero hay otros más difíciles, como el corazón. Un órgano dividido en cuatro cavidades (dos aurículas en la parte superior y dos ventrículos en la inferior) encargado de bombear la sangre. Por dentro, el órgano que nos da la vida es un músculo de paredes gruesas (sobre todo el ventrículo izquierdo) e intrincadas como las callejuelas de una gran ciudad… y eso es lo que se me ocurrió.
Me basé en el planeta Coruscan de STAR WARS (más adelante haré una entrada en la que comentaré las influencias del cine en la novela y sus referencias) y creé una gran ciudad dividida en 4 barrios con esbeltos edificios y calles estrechas. Las válvulas tricuspídea y mitral vendrían a ser unas enormes puertas que separarían las aurículas de los ventrículos y el cono de salida (trayecto del ventrículo izquierdo por donde la sangre es expulsada hacia la Aorta) como una estructura cilíndrica parecida a un hyperloop que se continúa con la gran arteria.
En el corazón, los glóbulos rojos descansan un momento antes de conocer su destino y reiniciar así su tarea de distribuir el oxígeno al resto de habitantes del cuerpo.
Y hasta aquí una primera aproximación a la novela y su desarrollo. En sucesivas entradas continuaré con el proceso de adaptación del mundo interno. También hablaré de las influencias del cine y de la literatura en este camino y de todo aquello que os parezca interesante.